Patrimonio cultural

Cultura Popular

La Historia del Rodeo

 

 

Los orígenes del caballo chileno se remontan al año 1540, cuando el conquistador Pedro de Valdivia introdujo en su expedición los primeros ejemplares, entre potros y yeguas.

Tres años más tarde Alonso de Monroy trajo setenta más, los que se incrementaron con cuatro remesas que llegaron desde la ciudad El Cuzco, República del Perú, que en menos de siete años conformaron una masa caballar de alrededor de  quinientos equinos, población que fue reforzada y mejorada, con la inclusión de 42 reproductores escogidos de propiedad del Gobernador García Hurtado de Mendoza, siendo estos quinientos ejemplares los que dan forma al caballo chileno de hoy.

La historia nos dice que los guerreros mapuches incorporaron a sus filas el caballo en el año 1585 y se familiarizaron tanto con él, que en poco tiempo fueron jinetes más diestros y valientes que los mismos españoles. Luego viene el mestizaje del indígena con el español dando origen a los naturales o criollos, raza que según el historiador jesuita, Padre Miguel de Olivares, se caracterizó por su apego a los juegos ecuestres y por descartar la calidad y hermosura de sus caballos, afición, por cierto, heredada de los genes hispanos, toda gente de caballería. Al respecto el sacerdote escribió: “Es cierto que la noble calidad de los caballos justifica la demasiada afición que les tienen los naturales. Son admirables en la celeridad de las carreras, en el aguante del trabajo, en el brío de acometer en los riesgos, en el garbo del movimiento, en el coraje, en la docilidad y obediencia y en la hermosura de las formas”. Hace más de quinientos años el sacerdote nos describía lo que fue y sigue siendo el caballo chileno. Condiciones que se ven hoy expuestas en toda su magnitud en nuestro deporte nacional: El Rodeo.

La historia de nuestro deporte nacional se remonta al mismo oficial de caballería y gobernador, García Hurtado de Mendoza, soldado altamente capacitado en adiestramiento y juegos de destrezas.

Durante su mandato ordenó que cada 24 y 25 de julio, fiesta del Apóstol Santiago, patrono de la ciudad, se reuniera el ganado en lo que es hoy la plaza de armas de la ciudad de Santiago para ser marcado y seleccionado.

Posteriormente y en el cumplimiento de una ordenanza del Cabildo, se hizo obligatorio ese rodeo. Aunque el escenario fue el mismo, la fecha se fijó para el día 07 de octubre, día de San Marco. El objetivo se mantenía, pero ya se exigió que la labor de traslado a los diferentes corrales, la hicieran jinetes en caballos extraordinariamente adiestrados.

Fue en las postrimerías del siglo XVII que el rodeo empezó a reglamentarse. La pista en que se separaba al ganado tomó la forma rectangular y tenía una longitud de 65 metros. Los jinetes retiraban el ganado de los corrales y en la pista central debían demostrar todas sus habilidades para apartarlo y conducir el suyo sin ayuda de los otros jinetes. Toda esa acción estaba reglamentada y los jinetes más diestros fueron objeto de grandes honores.

En el año 1860 se impuso definitivamente la medialuna. El corral cambió su forma rectangular dándole paso a la circunferencia que hoy conocemos, la que en su interior posee un apiñadero en donde se encerraban 30 cabezas de ganado y desde el cual cada pareja debía sacar el animal de sus marcas sin más ayuda que su habilidad. Con el tiempo surgieron las quinchas donde debían realizarse las atajadas y junto con ello, los puntajes, premiándose la labor con puntos buenos y malos.

En el año 1927, durante el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, se dictó la ley que rige las corridas en vaca, quedando el rodeo bajo la tutela de la dirección de Fomento Equino y Remonta del Ejército, institución que hizo obligatorio que en cada rodeo se corrieran dos series exclusivas, para reproductores fina sangre chilena, calidad que se determinaba a través de la inscripción de ellos en los registros genealógicos, a cargo de la Sociedad Nacional de Agricultura, siendo esta medida la que pone fin al mestizaje.

El paso definitivo se dio en el año de 1946, con el nacimiento de la Asociación de Criadores, hoy Federación, institución fundada por un grupo de visionarios que en forma clara y precisa reglamentan la crianza de caballos y que como objetivo se proponen difundirla y mantenerla en el tiempo, además de controlar el rodeo.

Su primer presidente fue Alberto Echenique Domínguez, junto a sus grandes colaboradores Gustavo Donoso y Raúl Pavez Romero, que consiguieron que el rodeo fuera reconocido por el Comité Olímpico de Chile como deporte nacional, situación que quedó refrendada el día 10 de enero de 1962 por oficio N° 269 del Consejo Nacional de Deportes y Comité Olímpico de Chile.

Posteriormente el día 22 de Mayo de 1961, fue fundada la Federación del Rodeo Chileno, con el objeto de reglamentar, fomentar y regir en todas sus actividades los deportes ecuestres criollos en el país y en sus relaciones con el extranjero. Institución que está constituida por las asociaciones de los clubes que practican estos deportes en los diferentes puntos del país, afiliados a la Federación, las que aceptan sus estatutos y reglamentos y que la reconocen como única autoridad legislativa vigente y representativa del rodeo chileno.

El primer Directorio de la Federación del Rodeo Chileno estuvo integrado por: Fernando Hurtado Echenique, Presidente; Gustavo Donoso Covarrubias, Vicepresidente; Darío Pavez Romero, Tesorero; Pedro Juan Espinoza del Valle, Baltasar Puig Brenner, Gonzalo Pérez Llona y Ricardo Ibáñez Letelier, directores; y Raúl Pávez Romero, Secretario y entre los socios fundadores se encontraban dirigentes de la Asociación del Rodeo Chileno Melipilla Daniel Osorio R, Daniel Osorio Suárez y Ricardo Ibáñez Letelier.

Cabe destacar que la ciudad de Melipilla fue sede de la final del campeonato nacional en dos oportunidades. Ocasiones en las cuales se corrió en una medialuna ubicada en el sector de El Llano. Dichos torneos se desarrollaron en la temporada de 1954-1955, donde resultaron campeones Santiago Urrutia y Atilano Urrutia en “Marmota“ y “Mentita” del club Parral; y en la temporada 1958- 1959, siendo los campeones Eduardo Siebert y Raúl González en “Doña Pepa” y “Balitas” de los clubes Osorno y San Carlos.

Y dentro de la historia corralera de nuestro país la Asociación de Rodeo Chileno Melipilla, sólo una vez se ha coronado campeona nacional y fue en la temporada 1994-1995, cuando la pareja de René Guzmán y José Manuel Rey, a la monta de la collera compuesta por “Pretal” y “Cantiado”, ganó con cuarenta puntos lo máximo hasta ese momento en puntaje. En la oportunidad pertenecía a los registros del Club del Rodeo El Monte que integra la Asociación melipillana.